A mediados de 2010, los enfrentamientos étnicos en el sur de Kirguistán provocaron daños en unas 2.000 viviendas y el desplazamiento de medio millón de personas. Para apoyar la respuesta humanitaria a la crisis, IMPACT se asoció con ACTED y UNOSAT para proponer y llevar a cabo una evaluación interinstitucional que identificara las principales vulnerabilidades, además de constituir la base del proceso de llamamiento humanitario y de la plataforma interinstitucional de seguimiento de la respuesta. El despliegue fue el primer piloto de lo que más tarde se convirtió en la iniciativa interinstitucional REACH.

Una vez finalizada la situación de emergencia, REACH se centró en informar los esfuerzos de reconstrucción, recuperación y estabilización. REACH promovió la planificación sensible al conflicto por parte de los actores de la ayuda en el valle de Ferghana, a través de evaluaciones socioeconómicas y mapas de tensiones. REACH también ayudó a los gobiernos locales a desarrollar herramientas de evaluación, seguimiento y cartografía para reducir el riesgo de catástrofes y aumentar la preparación de la respuesta para el futuro.